Cuando en 2013 el FBI entró en la casa de Pei-Shen Quian, un artista callejero chino de 73 años que vivía en Queens (Nueva York), no imaginaban que estaban a punto de descubrir al mayor falsificador mundial de arte de las últimas décadas. Con la única ayuda de unas fotografías de pinturas famosas, copió decenas de obras maestras con las que timó más de 70 millones de euros a coleccionistas de todo el mundo.
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